En el encuentro que mantuvieron en la cárcel de Rebibbia, en las afueras de Roma, Agca le preguntó al Papa sólo una cosa: "¿Por qué usted no murió?". "Ali Agca estaba angustiado por el hecho de que existían fuerzas que lo superaban, porque él había apuntado bien, pero la víctima estaba viva". Pese a ello, nunca le pidió perdón al papa, que le había escrito una carta en la que le decía: "Querido hermano, ¿cómo podremos presentarnos ante Dios, si aquí, en la Tierra, no nos perdonamos mutuamente?".
Anécdota relatada por el secretario de Juan Pablo II, don Estanislao, en su libro Una vida con Karol
viernes, 2 de febrero de 2007
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