sábado, 10 de febrero de 2007

Reescribir la historia para servir al prejuicio

Bernard Lewis, "Semites and Antisemites. An Inquiry into conflict and Prejudice", W.W. Norton & Company, New York, 1999, pp. 47-49



"Recientemente una nueva doctrina se ha desarrollado en los países árabes que ha conseguido dominar la enseñanza de la historia en las escuelas y la proyección popular del pasado en los medios. Ha tenido incluso más efecto en la enseñanza académica. Según esta visión, la gran expansión árabe luego del advenimiento del Islám en el siglo séptimo, que los llevó fuera de su hogar en la Península Arábiga hacia los países del Creciente Fértil y luego hacia el Este a través de Irán a Asia Central y al oeste a través de Egipto al Norte de Africa y España no era, como se había creído anteriormente, una expansión religiosa o imperial. Era una guerra de liberación, en la que los árabes libres viviendo en Arabia rescataron a sus hermanos que eran súbditos oprimidos del imperialismo persa o romano. Para justificar esta interpretación, es necesario mantener que todos los habitante de estos países antes del advenimiento del Islám eran de hecho árabes, incluso si se los conocía por otro nombre. Había por supuesto un asentamiento considerable en las tierras fronterizas de Irak, Siria, Palestina, e incluso Egipto en los tiempos pre-islámicos, pero la amplia mayoría de los habitantes de estos países pertenecían a otros grupos étnicos y hablaban otros lenguajes. La historiografía árabe moderna les ha extendido el nombre y la identidad árabe a todas o casi todas las antiguas poblaciones semíticas en el Creciente Fértil."

"Una de estas poblaciones antiguas presentaba problemas - una que está todavía en existencia, llevando el mismo nombre, usando el mismo lenguaje, y, lo más problemático de todo, profesando la misma religión. Si los Israelitas hubieran acompañado a los Caananitas y los Fenicios y los Asirios y los Babilonios en la extinción, sin duda ellos también podrían haber sido reclamados como ancestros árabes. Pero no fue así. Su retorno en el último siglo, para reclamar la tierra de sus antepasados y disputarla con sus habitantes árabes, hizo que su adopción fuera incluso más dificultosa. Han habido varias respuestas a esta dificultad. Para algunos -especialmente aquellos influenciados por el antisemitismo europeo- los antiguos Israelitas y los judíos modernos son todos lo mismo, todos malos, y por lo tanto, bien diferentes de los árabes. Para otros, los Israelitas bíblicos y sus logros fueron de hecho auténticamente árabes, y por lo tanto no tienen relación con los judíos modernos. Algunos limitan esta negación sólo a los judíos europeos, y hacen uso de la teoría de que los judíos de Europa no son para nada descendientes de los israelitas, sino que son los descendientes de una tribu de turcos de Asia Central convertidos al judaísmo, llamados los Jázaros. Esta teoría, adelantada primero por un antropólogo austríaco en los primeros años del siglo XX, no está apoyada por absolutamente ninguna evidencia. Ha sido hace rato abandonada por todos los académicos serios del área de estudios, incluyendo aquellos en los países árabes donde la teoría de los Jázaros es usada muy poco, salvo en polémicas políticas ocasionales."

"La reescritura del pasado se realiza generalmente para conseguir objetivos políticos específicos. Al describir a la gran expansión islámica árabe en el siglo séptimo como una guerra de liberación en lugar de una guerra de conquista, los árabes pueden liberarse del cargo, incluso en el pasado distante, de imperialismo - el crimen más horrendo en el calendario político actual. Estableciendo un vínculo directo con los habitantes antiguos de sus países, pueden reforzar el orgullo nacional, y además alentar ese sentido de identidad con la patria a través de las eras que es la base del patriotismo de estilo occidental. En tiempos en que los intereses de los estados árabes toman prioridad sobre las aspiraciones pan-árabes, este es un factor importante. Finalmente, al circunvalar a los Israelitas bíblicos y reclamar parentesco con los Caananitas, los habitantes pre-Israelitas de Palestina, es posible afirmar una reivindicación histórica previa a la promesa bíblica y la posesión llevada a cabo por los judíos. Esta línea argumental es acompañada por la práctica común en los países árabes en libros de texto, museos y exhibiciones, de minimizar el rol judío en la historia antigua o, más frecuentemente, presentarlo en términos muy negativos. Algunos pocos occidentales complacientes han estado dispuestos a unirse a esos procedimientos.

"En términos académicos, separados de la política, no hay absolutamente ninguna evidencia para la afirmación de que los Caananitas eran Arabes."