sábado, 20 de enero de 2007
Hallan una nueva fase de la memoria
Hallan una nueva fase de la memoria
Es esencial para que los recuerdos perduren; descubrimientode jóvenes investigadores argentinos
En el cuento de Borges, Funes el memorioso "no sólo recordaba cada hoja de cada árbol de cada monte, sino cada una de las veces que la había percibido o imaginado".
Funes era incapaz de olvidar hasta la más nimia de las trivialidades, pero el cerebro del común de los mortales da un tratamiento diferenciado a los recuerdos: aunque guarda algunos durante años, renuncia a otros a los pocos días de haberlos adquirido.
¿Qué hace que algunos recuerdos persistan, mientras otros se desvanecen en los laberintos de la memoria?
Un equipo de investigadores del Instituto de Biología Celular y Neurociencias de la UBA empezó a responder esta pregunta. Descubrió que un recuerdo sólo persiste en el tiempo si un cierto número de horas después de haberlo adquirido, el cerebro sintetiza una proteína que intervino en su formación.
"Se sabe muy poco acerca de lo que pasa en el cerebro para que un recuerdo dure días, meses, años o toda la vida -explica Pedro Beckinschtein, primer autor del trabajo que integra su tesis de doctorado y acaba de publicarse en una de las más prestigiosas revistas de la especialidad, Neuron -. Nuestra hipótesis era que tenía que pasar algo similar a lo que ocurría cuando ese recuerdo se formaba."
En el nivel molecular, para adquirir información, es necesario que se fabriquen nuevas proteínas en distintas regiones del cerebro. Los investigadores se centraron en el hipocampo, una región del lóbulo temporal. "En humanos se sabe que las personas que no tienen hipocampo padecen amnesia y no pueden aprender cosas nuevas -detalla Bekinschtein-. En los animales, que es necesario que se fabriquen ciertas proteínas en esta estructura para que las conexiones involucradas en el aprendizaje se estabilicen."
Trabajando con ratas de laboratorio, Bekinschtein y sus colegas (Martín Cammarota, Lionel MüllerIgaz, Lía Bevilacqua, Iván Izquierdo y Jorge Medina) descubrieron que doce horas después de producido el aprendizaje hay una nueva ola de síntesis de proteínas en el hipocampo que determina si ese recuerdo persistirá o no. Es una fase de la memoria -algo así como una estabilización "diferida"- que aun no había sido descripta.
"Sin esas proteínas -aclara el investigador- los animales se acuerdan perfectamente de lo que aprendieron durante 48 horas, pero a la semana ya lo olvidaron. Una de esas proteínas resultó ser un factor de crecimiento neuronal; es decir, una molécula que tiene que ver con el reforzamiento de las conexiones entre las neuronas. Es el «factor neurotrófico derivado del cerebro» (BDNF, según sus siglas en inglés)."
Para demostrarlo, los científicos entrenaron a las ratitas mediante un sencillo procedimiento. Las dejaban en una plataforma de su jaula, pero cuando bajaban, se encontraban con una grilla que les daba un golpe de electricidad.
"Así, el animal aprende a no descender de la plataforma -dice Bekinschtein-. Es un entrenamiento muy simple, muy rápido y muy robusto."
Luego, interfirieron farmacológicamente en la cadena de sucesos moleculares del cerebro. Para analizar la función del BDNF, les inyectaron una molécula que bloqueaba la proteína, y según en qué momento se interfería variaba cuándo y cuánto se acordaban los animalitos. "Si la bloqueábamos cerca del momento de adquisición del aprendizaje -explica Bekinschtein-, el recuerdo directamente no se formaba. Ahora, si la bloqueábamos a las doce horas, los animales se acordaban a los dos días, pero no a los siete."
De modo que esta nueva etapa es necesaria para que el aprendizaje tenga "jerarquía", es decir, para que forme recuerdos perdurables. Es más: según los investigadores, es posible que en el hipocampo se produzcan episodios recurrentes de consolidación para que la traza de memoria se mantenga. "Si yo interfiero con esta fase novedosa que estamos describiendo, el recuerdo en el animal va a durar dos días -detalla Medina-; de modo que resulta obvio que las proteínas que estamos interfiriendo son necesarias para que duren."
"Lo interesante -agrega Bekinschtein- es que este proceso de estabilización de los recuerdos permite que se puedan modular tiempo después de que se formaron. Puede suceder que la adquisición haya sido relativamente débil, pero luego ocurre algo que puede reforzarla de alguna manera y hacer que ese recuerdo se guarde mejor."
Dado que los experimentos fueron realizados en animales, los científicos aún no saben en qué momento exacto se verifica en los seres humanos esta etapa clave para la consolidación de los recuerdos.
"A lo mejor no se da a las 12 horas, sino con el correr de semanas -arriesga Medina-. Podría ocurrir que en los seres humanos los recuerdos estén «sensibles» los tres primeros días, por ejemplo. Pero todavía no lo sabemos, es pura especulación..." Cuando eso se determine exactamente, en principio será factible modificar la duración de los recuerdos, una posibilidad fascinante e inquietante al mismo tiempo. "Se podrá manipular conductual o farmacológicamente la memoria. Por ejemplo, será posible fabricar una pastillita que bloquee o estimule el BDNF para bloquear o consolidar un recuerdo", imagina Medina.
Y concluye: "No sé adónde llegará esta perspectiva terapéutica, pero con esta investigación comenzamos a descubrir cómo se estructura un recuerdo. Sin este conocimiento no hay forma de intervenir. Para eso hay que saber cómo se forma y se guarda en el cerebro y cómo hace para perdurar".
Por Nora Bär
De la Redacción de LA NACION
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