lunes, 15 de enero de 2007

Memorias del Futuro

¿La mente es la Matrix?

Arie de Geus, en su libro titulado The living company (Nicholas Brealey Publishing, Londres, 1999), hace referencia a un resumen del trabajo de David Ingvar, del Departamento de Neurobiología de la Universidad de Lund, Suecia.

Arie de Geus explica qué fue lo que inspiró la experiencia de la Royal Dutch/Shell en la elaboración y aplicación de la técnica de planificación de escenarios como herramienta de aprendizaje corporativo.

En 1985, Ingvar publicó un estudio en la revista Human Neurobiology, donde demostraba que el cerebro humano elabora planes de acción y programas para el futuro, vinculados a hipotéticas condiciones de contorno.

Estos planes no tienen que ver con predicciones o intuiciones, sino con las acciones más cotidianas. Los planes son creados continuamente por los lóbulos prefrontales y almacenados como secuencias lógicas.

Según Ingvar, los humanos visitamos estos futuros, los usamos y recordamos nuestras visitas, reciclándolas y optimizándolas continuamente en nuestra imaginación.

Así, tenemos dibujado en el cerebro un mapa de una memoria del futuro.

David Ingvar tituló a su libro de ese modo: Memoria del Futuro.

¿Cuáles son las consecuencias de que el cerebro funcione de este modo?

- La percepción es un compromiso activo con el mundo, pero el cerebro necesita mecanismos para filtrar el bombardeo de imágenes y sensaciones que le llegan del exterior
- Para este filtro asigna valor de significado o pertinencia a las percepciones que encajan con la memoria de los futuros anticipados.
- Las memorias del futuro proporcionan una guía inconsciente para ayudarnos a determinar el grado de importancia de las informaciones que entran, y codificarlas.
- En resumen, no somos capaces de percibir todo. Percibimos sólo lo que es relevante para nuestra visión del futuro.


Ingvar estima que las personas "normales" (entrecomillado en el texto citado, para denotar mentes sanas) construyen sus futuros anticipados en la proporción de un 60% de sucesos favorables, optimistas, y del 40% de sucesos infortunados, pesimistas.

La novedad del aporte del neurobiólogo consistió en demostrar la existencia de circuitos neuronales para reforzar múltiples observaciones de los psicólogos acerca del papel que juegan los sueños, las ideas, los conocimientos, las emociones, los mensajes, en la orientación de nuestra percepción y de nuestras acciones.

De formas muy diversas, se ha dicho dicho que vivimos de acuerdo con lo que creemos que es posible, o de acuerdo con nuestro "sistema de creencias".

Nuestros intentos de anticipar el futuro basados en la experiencia contribuyen a configurar el futuro.

Nuestras expectativas del futuro son historias acerca del futuro que nos contamos todos los días, todo el tiempo.

Nuestra imagen del futuro determina nuestras motivaciones.

Lo que nos esforzamos por aprender y lo que logramos depende de lo que pensemos que podemos hacer.

E. Paul Torrance, de la Universidad de Georgia, EE.UU., en 1983, escribió que la imagen que una persona tiene del futuro es mejor predictor de sus futuros logros que sus actuaciones pasadas. (Ya dijimos antes que el pasado no es el potencial)

Sobre las profecías que se autocumplen, decía Russell. A. Jones, en un libro de 1977, que la función de la profecía no es predecir el futuro, sino construirlo.

El ensayista J. A. Marina explica cómo la percepción, cuando es inteligente, inventa posibilidades perceptivas.

"Percibir es dotar de significado a un estímulo. La inteligencia creadora concibe metas y elabora proyectos, con los que "dirige los procesos de selección e identificación y aprende a leer el estímulo"".

Todo proyecto es una anticipación del futuro, una idea, una irrealidad, con la que manejamos la realidad.

No es posible la observación activa de la realidad sin teoría y sin proyectos, porque "la cantidad de información es demasiado grande, demasiado confusa, demasiado incompleta".

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