miércoles, 24 de enero de 2007

La resistencia de Noruega

En abril de 1940 los nazis se apoderaron de Noruega, tras vencer sin dificultad la escasa resistencia militar que encontraron. El gobierno se exilió, y los invasores colocaron al jefecillo local de partido nazi en el gobierno. El nombre de este individuo era Quisling, designa desde entonces a los gobiernos títeres del mundo. Durante el primer año de ocupación, no existió un resistencia organizada, aunque sí que se dieron actitudes espontáneas de rechazo y denuncias de los atropellos nazis. Enseguida, el protagonismo sería tomado por las asociaciones culturales, deportivas y profesionales, y en especial por los maestros y maestras, que, mediante declaraciones colectivas de insumisión al nuevo régimen, se colocaban automáticamente en la clandestinidad. Cuando vinieron las represalias, la prensa, saltándose la censura, informó de los hechos.

Cuando Quisling creó el Sindicato de Profesores, de sindicación obligatoria, bajo mando de la Gestapo, y con el fin declarado de difundir la ideología nazi en las escuelas, la oposición de los maestros fue total. Se negaron unánimemente a afiliarse, comprometiéndose a no difundir el nazismo en las escuelas, ya desobedecer a la administración títere. Lo hicieron con una carta personal a Quisling en Febrero de 1942. Tras los profesores, doscientos mil padres se comprometieron en el mismo sentido.

Un mes más tarde vino la represión, cuando el gobierno internó a mi profesores en un campo de concentración. Les ofreció la libertad a cambio de su filiación al sindicato, pero sólo 32 profesores aceptaron. Entonces deportó a quinientas personas a la Antártida y a Kierkeness (Norte de Noruega). Las escuelas fueron cerradas. La situación sólo pudo durar dos meses. El 25 de abril, Quisling reabrió las escuelas ante la evidencia de que nada doblegaría a toda la comunidad escolar resistiendo unánimemente. Las (personas) deportadas volvieron a casa, siendo recibidas como heroínas.

Otro sector infranqueable para Quisling fue la Iglesia Luterana que, pese al decreto de disolución, permaneció en funcionamiento. Los pastores no cesaron de hacer declaraciones contra el Régimen, y las parroquias de los pueblos se convirtieron en locales de asamblea general para organizar las medidas de protesta contra la represión. En 1942, toda la sociedad noruega, capitaneada por sus maestros y maestras, pastores, asociaciones profesionales, prensa... se convirtió en una tela de araña que atrapaba los planes del nazismo, e impedía toda penetración ideológica.

La fase final de la guerra en Noruega, como en Dinamarca y en toda Europa, tuvo protagonismo militar antes que civil. Pero hasta 1943, crear la unidad de la población que hizo posible la expulsión final de los nazis. Y más allá de la victoria militar, la resistencia noviolenta creó a los nazis toda serie de dificultades para el ejercicio de un poder real en Noruega.

No hay comentarios: