Tanto los hombres de la derecha política como los de izquierda hacen una perpetua defensa de la prostitución, a pesar de su teórica defensa del matrimonio.
La Izquierda ve a la prostituta como una mujer libre para el sexo y pública, excitante por su misma situación, por su disponibilidad.
La Derecha ve en la prostituta el costado oscuro de la mujer, y se dispone a utilizarlo en sus sucios secretitos.
La vieja industria de la pornografía era una industria de derecha: dinero secreto, pecado secreto, promiscuidad secreta, compra y venta secreta de mujeres.
La nueva industria de la pornografía es una industria de izquierda: promovida especialmente por los muchachos de los sesentas como una forma de sexo simple y placentera, diversión lujuriosa, la prostituta sale del cabaret burgués y se vuelca a las calles para el consumo público de los hombres. Su libertad, su sexualidad libre, es ejercida como prostituta y se supone que a ella le gusta. Es tanto su vocación política como sexual: es su liberación. El sucio secretito del ala izquierda de la pornografía no es el sexo sino el comercio.
La nueva pornografía es llevada adelante por varones de izquierda, es "revolucionaria" por definición. Se declara el sexo un fenómeno de izquierda, el comercio de mujeres es lo más importante del sexo.
Central a la política de liberación es el marketing masivo de material visual que muestra como son usadas las mujeres como prostitutas. Lo más destacado de la pornografía es sustentado por izquierdistas que son salvadores, liberadores e intelectuales.
Hugh Hefner es visualizado como un pionero de la libertad sexual que muestra, según las palabras del columnista Max Lerner, "cómo se puede combatir la legislación acerca de la sexualidad, cómo la absurda ética anti-juego y anti-placer puede transformarse en un hedonismo elegante y en un estilo de vida que incluye lo lúdico junto con el trabajo". Lerner también adjudica a Hefner el ser precursor de la liberación femenina.
Para la izquierda, la mujer liberada sexualmente es la mujer de la pornografía. La libre sexualidad masculina requiere y tiene derecho , produce y consume pornografía, porque la pornografía es placer.
La pornografía es pan y rosas para las masas. La libertad es el marketing masivo de la mujer como prostituta. La sexualidad libre de la mujer está en ser masivamente consumida, en que su naturaleza individual se deniegue, que su sensibilidad sexual se deniegue y sólo subsista el servicio al deseo del varón.
El capitalismo no es ni salvaje ni explotador cuando la mercancía en oferta es la prostituta, la utilidad no es ni cruel ni aliena al pedazo de carne femenino, las corporaciones chupasangres, organizadas como sindicatos, sellan acuerdos, el racismo no es perverso ni cruel cuando la prostituta negra, u oriental, o latina, o judía o árabe, abre sus piernas para el placer masculino, la pobreza no es horrible ni cruel cuando se le llama sexo, la esclavitud no es un escándalo si es sexual, la tortura no es tan horrible cuando las torturadas son las mujeres, las prostitutas.
Extracto de "Prostitutas", Capítulo 7 de Pornography: Men Possessing Women, copyright © 1981 by Andrea Dworkin.
http://www.nostatusquo.com/ACLU/dworkin/PornWhores.html
miércoles, 24 de enero de 2007
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